viernes, 18 de junio de 2010

Apología del pastelerismo en Venezuela


-¡Pastelero!- Le gritó un fanático del Caracas F.C. a un joven que transitaba por la acera con la camiseta de la selección de Brasil.
En días pasados un narrador deportivo manifestó en un canal de televisión venezolano su inclinación por la selección "azzurra" y explicó que su padre nació en Italia y que por lo tanto él había crecido en un ambiente donde la pasión por el fútbol italiano era bastante fuerte y él por supuesto, heredó el amor por el "calcio" de su padre. Para muchos venezolanos esto no es pretexto para apoyar a una selección extranjera, y varios fanáticos del fútbol nacional le enviaron al comunicador una serie de mensajes ofensivos e insultantes a su cuenta en una red social. En mi caso, yo también vengo de una familia extranjera y manifesté mi apoyo a la opinión del comunicador y además a mi selección predilecta en este mundial, que por supuesto, es el país de mis abuelos maternos. También fui agredida verbalmente por un usuario que me llamó "pastelera" entre otras vulgaridades y me mandó a vivir a ese país. En 1er. lugar, no creo que sea necesario utilizar la
violencia verbal para defender una idea y en 2do. lugar, no se debe ser tan intolerante ni obligar a nadie a pensar de un modo distinto.
 La diferencia entre los dos casos expuestos arriba parece clara, el primero defiende a Brasil porque le dió la gana, el Comunicador social se solidariza con Italia por herencia.
En Venezuela, llamamos "pasteleros" a todos los venezolanos que en lugar de utilizar la camiseta de nuestra selección vinotinto o la que los representa en el fútbol nacional, gastan dinero comprando las franelas de selecciones extranjeras. Confieso que critico (y puede decirse que hasta me burlo) de la gente que celebra y llora con los triunfos y los fracasos de otras selecciones y que son incapaces de acudir al menos un domingo al estadio para apoyar a su equipo venezolano y si alguna vez lo han hecho es para tomar cerveza en compañía de las amistades. En Venezuela hay una marcada tendencia a apoyar a la selección brasileña y a la selección Argentina. Gritan, lloran, se reúnen en los estacionamientos con banderas inmensas y lo peor, insultan a los extranjeros que pasan (que por cierto, son nacidos fuera de Venezuela, que no quede duda) y le hacen burlas a su país de origen. Condeno estas situaciones que he vivido en carne propia e incluso he tenido que soportar burlas y ofensas por parte de venezolanos que apoyan a Brasil y Argentina.
Soy venezolana de nacimiento y de corazón, mis abuelos maternos son extranjeros pero me atrevo a decir que son más venezolanos que cualquiera nacido en esta tierra; trabajan, luchan y la defienden donde sea y siempre están agradecidos con este hermoso país que los albergó desde la juventud. Por muchos años mi abuelo utilizó con orgullo la franela de Estudiantes de Mérida cada domingo cuando iba a apoyar al equipo al estadio "Guillermo Soto Rosa".
  Pero lamentablemente, Venezuela no clasificó para este Mundial; sin embargo, la tierra de mis abuelos sí y yo la apoyo, a pesar de haber recibido críticas por este motivo. No me considero pastelera porque yo me pongo con mucho orgullo mi franela de la vinotinto y todos los domingos voy al Metropolitano con mi franela de Estudiantes de Mérida a apoyar al equipo de mis amores. Pero, en este Mundial usaré la franela de otro país que no me es totalmente ajeno, por razones de sangre y herencia.
 Creo que los fanáticos "anti-pasteleros" deberían suavizar un poco su actitud, si bien es cierto que hay que apoyar a nuestra vinotinto, lamentablemente en este Mundial no clasificó y si tenemos herencia de otros países ¿Por qué no apoyarlos? Hay en venezuela muchos extranjeros que día a día dan trabajo a venezolanos y los han hecho parte de su familia. Si tomamos la actitud de despreciar lo que no es de Venezuela, tendríamos que dejar de escuchar música en inglés y de cantantes de otros países, dejar de comer spaguetti, sushi y arroz chino, dejar de estudiar las obras de los escritores, arquitectos y artistas plásticos españoles, italianos, portugueses, japoneses. No aprender otros idiomas, en fin, aunque a muchos les moleste, Venezuela no es sólo fútbol, es país un mestizo que ha albergado a muchos extranjeros.
Sin embargo, no comparto la idea de aquellos que se dicen venezolanos y usan camisetas de Brasil y Argentina sin tener ninguna razón o herencia de sangre o simple agradecimiento. Está bien que se solidarice con otro país y que sienta emoción por un triunfo ajeno (sólo emoción, porque la única tristeza permitida en fútbol es cuando pierde el equipo nacional o regional propio), pero no llevarla a extremos de hacer caravanas, comprar banderas gigantescas, gritar vulgaridades a los representantes del equipo contrario, entre otras manifestaciones que tristemente he visto en Mérida.
  Hoy no escribí sobre literatura porque como fanática del fútbol me sentí en la obligación de escribir sobre el deporte rey y este evento que reune a personas de todas las edades, razas y sexos, que genera las más variadas opiniones y también es causante de riñas, discusiones, odios y grandes pasiones.
¡Arriba Venezuela! ¡Arriba Estudiantes de Mérida!

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